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Libro de horas del maestro de Dresde
La decoración de este manuscrito del siglo XV se atribuye al Maestro del Libro de Horas de Dresde; un autor anónimo contextualizado en Flandes desde los años 1460 hasta 1520. A lo largo del manuscrito se encuentran grandes iniciales en color sobre fondo dorado; así como pequeñas iniciales en color dorado. Enmarcado de un gran número de páginas, rollos de colores y puntos dorados, pájaros, insectos, animales fantásticos, flores y frutas. Este libro de horas contiene miniaturas alegóricas al zodiaco. Contiene 24 miniaturas muy pequeñas y un Calendario en latín; varias páginas sin imágenes ni letras, al principio. El discurso visual elegido corresponde a la devoción mariana contemplada en cuatro pasajes resumidos: la visitación, maría embarazada de Jesús del lado de Santa Isabel; el nacimiento de Jesús que dignifica el dogma de una inmaculada concepción, del lado de un José en avanzada edad; la virgen con el niño; y finalmente, dolorosa, con cristo en la Cruz. Las imágenes ilustran las Horas de la Cruz, del original 13v, podemos observar un Jesucristo crucificado, entre María y José; las Oraciones a la Virgen, del original, 23 v; las Horas de la Virgen y el Oficio de la Virgen durante el Adviento, del original 55v, en ese orden. Además de los elementos citados, posee Pasajes de los cuatro evangelios; Los siete salmos de la penitencia; Vigilia de muertos; Antífonas y oraciones; Salterio de San Jerónimo; Oración a la Virgen, Meditaciones sobre la Pasión de Jesucristo, Antífonas. Los elementos estilísticos del Maestro de Dresde poseen una originalidad que destaca de los copistas iconoclastas de la época. Su manufactura comienza a dilucidar principios de composición espacial, con perspectiva de horizonte de manera intuitiva. Dentro de sus modelos de jerarquía, resalta un juego óptico visual que da lugar a ornamentos en trampantojo, dando pie al género pictórico destinado a la confusión de la percepción del espectador que, sabiendo que se encuentra frente a una figura bidimensional como una superficie plana pintada, se engaña sobre los medios para obtenerlo. Esta selección muestra el grado de profundidad desarrollada entre interiores y exteriores; con paisajes que enmarcan armoniosamente las figuras centrales en interacción. La representación de la Virgen María nos permite identificar ciertos rasgos prototípicos de la belleza de la época, a excepción de “las Horas de la Cruz”, podemos percibir a una mujer joven, de rasgos redondeados, mejillas sonrojadas, tez clara y dirección de la mirada baja, en señal de humildad y aceptación. Apreciamos diferentes texturas en el manejo de las telas, casi siempre con pliegues lineales, angulosos, hieráticos: pero no deben de confundirse con acartonados, pues esta figuración mantiene continuidad con el discurso representacional del siglo. Prevalecen elementos simbólicos: la cruz sobre calaveras, del latín Calvariæ Locus, de donde deriva la palabra castellana Calvario: Lugar de la Calavera. La mula en el pesebre representa el animal más humilde de la creación, y el buey mantiene la misión de mantener caliente con su aliento la cuna del niño Jesús; la virgen en la carpa es una alegoría a su forma representacional derivada del pez como signo de los primeros núcleos del período Paleocristiano, dado que esa es una de las pocas especies que se pueden pescar en la ribera.